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Santuario Awashima, el santuario de las muñecas olvidadas

Entre Osaka y Wakayama hay un santuario muy peculiar. En principio, cuando pasamos por sus torii, no hay nada que nos pueda llamar especialmente la atención en su terreno, pero una vez que nos adentramos en sus jardines y edificios ya nos encontramos con miles y miles de figuritas en cualquier rincón.

Así es como podemos ver darumas, manekinekos, tanukis, kokeshi, muñecas con forma de niña y cualquier otra figura. ¿Y esto porqué es? Pues en el sintoísmo, la religión autóctona japonesa, se tiene la creencia de que un objeto cuando tiene cierto tiempo, desarrolla su propia alma y si nos deshacemos de él de forma poco respetuosa, pues su espíritu nos puede perseguir en venganza.

Es en este santuario donde los monjes cada año hacen un ritual sagrado para purificar a estas figuras y muñecas que quedan aquí para reposar por mucho tiempo. Y cuando digo mucho tiempo, es mucho tiempo. Se dice que hay algunas muñecas que tienen hasta un par de siglos.

No es el único ritual donde se usa muñecas, como en el Hina Nagashi, donde se dejaban muñecas de papel al río para que se llevaran las enfermedades de los niños. Pero la idea es la misma, que los objetos inanimados terminan desarrollando un alma, que es parte de la nuestra. Se dice también que esto explica lo bien que cuidan los japoneses los artículos que luego podemos ver en mercadillos o en tiendas de segunda mano.

Exceptuando una muñeca que dicen estar poseída, pues le crecen el pelo y las uñas, y que no está a la vista de visitantes, el resto de figuras no tiene maldición de ningún tipo. Sin embargo, los que han visitado el santuario opinan que está encantado. Es más por el ambiente que se genera al tener tantas figuras de ojos vidriosos vigilando cada paso que das por los terrenos del santuario.

Pero no solo hay muñecas. El templo también está consagrado al dios Sukunabikona, que entre muchas cosas es dios de la curación, y también a la diosa esposa de la pareja Sumiyoshi, de la que se cuenta que es capaz de tratar los problemas ginecológicos. Por eso es fácil ver a mujeres venir a este templo para pedir por un buen parto o para evitar enfermedades relacionadas. Muchas de estas mujeres donan sus muñecas como ofrenda, lo que aumenta el inventario de figuras del santuario.

También está consagrado a la emperatriz Jinmu, de la que se dice que naufragó tras una terrible tormenta y al llegar a una pequeña isla, se encontró un pequeño santuario dedicado a Sukinabona y Oonamuchi. Agradecida por su salvación, decidió crear un templo más grande en la misma isla pero sus descendientes pensaron que era poco respetuoso hacer ir a los dioses hasta esa isla perdida y lo trasladaron a su actual emplazamiento. Por si fuera poco, fue destruido por un shogún que consideraba peligroso el culto en este santuario para luego volver a ser reconstruido.

Por cierto, también encontraréis muchas figuras de ranas. Resulta que las ranas son las mensajeras del dios Sukinabona, como ya os comenté hace tiempo en el artículo sobre las ranas y su significado en Japón.

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