El problema del verano, más allá del calor, es su humedad. Es muy agobiante y puede fastidiarnos fácilmente el viaje.
Durante junio y julio, es la época de lluvias y nos puede llover muy a menudo.
A finales de verano también están los tifones y tendremos que vigilar porque algunas veces son tan fuertes que pueden cancelar trenes e incluso vuelos, amén de cerrar atracciones turísticas por seguridad.
Quitando el incordio del clima veraniego japonés, en verano tenemos los matsuri, los festivales japoneses con sus espectaculares castillos de fuegos artificiales. No hay nada más japonés que enfundarse un yukata (un tipo de kimono más simple y fresquito) y pasear por los puestos del matsuri.
A principios de verano, tendremos también la floración de las hortensias, gracias al todavía benigno clima y a las lluvias, que hacen muchos parques muy vistosos.
Como es época de lluvias, el verano japonés luce un verdor en los bosques y parques deslumbrante, con una viveza que parece irreal, al contrario que la sequedad que podemos ver en España.
