Se dice que antiguamente, durante el hanami, la floración del cerezo en Japón, las parejas intercambiaban ramas de cerezo como muestra de afecto y como símbolo de que vuestro amor durará mucho tiempo.
Aunque es una tradición que se ha perdido en muchos lugares, en Tsuruga se mantiene. Si vais durante el hanami, no podéis dejar de asistir al festival de intercambio de flores del Santuario Kanegasakigu donde las sacerdotisas del templo os ofrecen, por 500 yenes, flores de cerezo, llamadas sakura, para que vuestra relación amorosa dure mucho tiempo. Pero tiene truco: las flores son de plástico. Y es posible que esto tenga un porqué. Hay un dicho japonés que dice «sakura kiru baka, ume kiranu baka», que viene a decir algo así como que solo un tonto poda más ramas de cerezo, en vez de las de ciruelo.
Aunque en realidad es una referencia botánica, ya que si podas una rama de cerezo, no florecerá de nuevo la siguiente primavera… Pero se toma literalmente como que cortar ramas de cerezo, aunque sea para regalarlas a tu amor, puede traer mala fortuna.
Además Tsuruga también tiene muchos otros puntos interesantes, como museos, santuarios, templos, un mirador de los enamorados para ver puestas de sol e incluso una isla paradisiaca deshabitada a la que se permite ir de excursión en ferry. O también las estatuas de personajes cerrados por Leiji Matsumoto.
Si vais en verano ir al Kehi no Matsubara, un bosque de pinos, donde se celebra un espectáculo de fuegos artificiales en un entorno natural debido al Obon.
También podéis coger el ferry desde Niigata hacia Tsuruga y viceversa para tener una excursión algo más atípica.