En todo viaje que se precie a Japón, Kioto estará en nuestros planes, no sólo en el primero que hagamos sino probablemente en todos los posteriores también.
Y es que Kioto siempre tiene algo que mostrar. En este post os voy a hablar de un rinconcito que, aunque es durante el hanami, la floración del cerezo, cuando es más vistoso, o durante el momiji, en otoño, es bonito en en cualquier momento del año.
Os estoy hablando del conocido como Paseo del filósofo, o Tetsugaku No Michi en japonés, un caminito que discurre paralelamente a un arroyo y que recibe este nombre porque se cuenta que un par de profesores hacían esta ruta todos los días para hacer ejercicio.
Este camino se encuentra con el Ginkaku-ji, el pabellón plateado, en un extremo, y el Nanzen-ji en el otro. Aunque muchos proponen comenzar en el Nanzen-ji y terminar en el Ginkaku-ji, yo soy partidario de comenzar primero por el Ginkakuji, porque es un lugar muy visitado y cuanto más tarde lleguemos, más lleno estará, así que la idea es comenzar primero por el pabellón plateado y así al terminar en el Nanzen-ji podemos enlazar con otros lugares interesantes.
Además, no sólo hay templos y santuarios, sino que también encontraremos muchas cafeterías, tiendecitas de artesanía y algún que otro bar. Así que vamos.
Ginkaku-ji
Mucha gente confunde el Ginkaku-ji con el Kinkaku-ji. La cosa es que el Kinkaku-ji es el templo dorado que realmente está forrado en pan de oro, mientras que el Ginkaku-ji tendría que estar forrado en plata pero debido a la guerra se quedaron sin recursos para poder darle ese terminado.
Su nombre real es Jishō-ji, y estuvo pensado como mausoleo de un shogún del siglo XV llamado Ashikaya Yoshimasa, aunque finalmente, como se retiró como monje, el pabellón se convirtió en un templo. La idea de Yoshimasa era convertirlo en algo parecido al Kinkaku-ji de su abuelo, pero finalmente se le dieron otros usos más religiosos. Es un lugar muy bonito, con unos jardines preciosos que son especialmente exhuberantes durante la primavera y el verano pero también dignos de ver en el momiji, durante el enrojecimiento de los arces.
Honen-in
Aunque hay que alejarse un poco del sendero original para acercarse al Honen-in, un templo conocido por su jardín seco, conocidos popularmente como jardín zen aunque realmente pertenece a la rama Jodo del budismo. Es conocido por su puerta techada de paja y también por sus colores durante el momiji. Si vais cortos de tiempo, os podéis saltar este templo. No porque no sea bonito, sino porque hay varios más que mirar y podéis terminar saturados.
Reigan-ji
Yo soy muy fan de las flores, no sé si lo habéis notado. Y este templo, generalmente, pasa muy desapercibido, y es entendible más que nada porque suele estar cerrado. Su jardín sólo abre durante la floración de las camelias, durante mayo-junio y es impresionante. Así que si estáis por allí, vale la pena echar un vistazo.
Otoyo-jinja
Otro santuario que pasa desapercibido es el Otoyo-jinja. Es pequeñito pero muy curioso. Sus guardianes, son dos estatuas de piedra de ratones. Esto es porque la leyenda cuenta que el dios del matrimonio, se enamoró de una princesa humana. Susanoo, otro dios, se enceló de esta situación y lanzó a Okuninushi al fuego. Un ratón que pasaba por allí, salvó al dios de la muerte y éste le dedicó este santuario.
Aquí vienen las parejas para pedir que su relación sea duradera y feliz además de por un buen parto.
Eikan-do
El templo Eikan-do es un complejo de edificios conectado por estanques y parques que es muy bonito sobre todo durante el otoño. La pagoda está en la parte más alta de la colina y como las escaleras suben en espiral rodeando la ladera, se dice que parece un dragón. Aquí podéis perderos visitando cada uno de los rincones que ofrece y depende del tiempo que tengáis, pero bonito es un rato y su tranquilidad embriaga.
Nanzen-ji
Llegamos al final del camino con uno de los templos que tiene una curiosidad bastante llamativa: un acueducto occidental y que sigue en uso para traer agua desde el cercano lago Biwa a la ciudad de Kioto. Quitando el acueducto, que es de finales del siglo XIX, el resto del templo data del siglo XVII aunque su origen es mucho más anterior pero fue destruido por las guerras de Onin.
Al igual que el Eikan-do, el Nanzen-ji también es un complejo de edificios religiosos por el que perderse y el que echar un buen rato.
Cuesta Keage
Este lugar ya queda muy fuera de lo que es el Paseo del filósofo, pero como queda cerca, podéis enlazarlo, sobre todo si lo estáis visitando durante el Hanami. Esta cuesta se creó para salvar la diferencia de altitud entre los canales navegables de Kioto y que los barcos pudieran pasar de un lugar a otro.
Actualmente en desuso, está rodeado de cerezos que durante la primavera, lo hacen un lugar idílico y muy diferene de otros parques donde se celebra el hanami.
Santuario Heian
Aunque no es especialmente antiguo, construido en 1890, es un santuario muy llamativo por sus colores rojos y por sus cerezos durante el hanami. Su gran torii es muy visible desde lejos y el canal Okazaki rodea todo el complejo.
Aunque es mejor visitarlo durante la primavera, no os podéis perder sus jardines y estanques en cualquier momento del año. Si no estáis muy cansados de ver templos y santuarios, no os lo perdáis para terminar este paseo tan filosofal.