Cada cultura tiene su forma de gestionar la pérdida de seres queridos, casi siempre influenciada por la religión. En el caso de Japón, los difuntos vienen a visitarnos durante el periodo del Obon que, aunque cada pueblo o ciudad tiene sus fechas, generalmente se celebra durante el mes de agosto.
A pesar de lo que pudiera parecer, el obon es una tradición muy festiva, hasta el punto de que incluye bailes como el Bon Odori y cuenta con varios rituales de diferente índole siendo uno de los más llamativos los Toro Nagashi, que no sólo se celebra en Japón, pues al tener un origen budista, muchos países con influencias de esta religión tiene su propia versión de este ritual.
Durante el Obon se cree que nuestros difuntos antepasados vienen a visitarnos durante unos días, unos fuegos llamados «mukae bi» adornan las entradas de las casas para guiar a los difuntos al hogar.
De igual manera, para despedirse de ellos y guiarles de vuelta al Más Allá, se encienden estas lamparitas de papel, las okuri bon, y se dejan en el río para que su luz les guíe de vuelta al mundo de las almas.
Aunque generalmente la mayoría de regiones japonesas mantienen una tradición más o menos parecida, en Nagasaki tiene el Shoro Nagashi donde en vez de linternas usan pequeños barcos que dicen transportar el alma de los difuntos, generalmente de los que han fallecido ese mismo año. Se hace una gran procesión de varios shōrōbune, nombre que reciben estos pequeños botes, donde los familiares adornan los barcos con motivos de las aficiones del difunto o la foto del fallecido mientras cantan o tiran petardos. Antiguamente se les dejaba en el mar pero últimamente se recogen antes de que se adentren demasiado mar adentro para evitar la contaminación.
Muchos de estos Toro Nagashi terminan con unos fuegos artificiales tan propios de los matsuri veraniegos de Japón.