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Takiguchi-dera y Gio-ji, los templos de los amores rotos

Arashiyama, en Kioto, es muy conocida por su gran bosque de bambú. Sin embargo, el norte de esta zona es bastante menos conocido y es una pena porque en verdad es una zona muy interesante de la que os hablaré en otro momento.

Pero ahora que se acerca el día de San Valentin, conocido también como el día de los enamorados, voy a comentaros un par de templos que tienen sendas historias de amores frustrados y se encuentra muy cerquita.

Takiguchi-dera, una historia de amor escrita en sangre.

Empezamos con el templo Takiguchi-dera, con una historia muy triste. Durante una fiesta de hanami, Saito Tokiyori, un guardián del señor Taira no Kiyomori, y la bailarina Yokobue, se enamoraron perdidamente. Tokiyori fue inmediatamente a pedir su mano, pero no se lo permitieron por su rango. Frustado en su determinación, decidió hacerse monje en el Sanpo-ji. Yokobue consiguió escaparse para ver a su amado, pero éste ya no podía verla porque una vez tomados los hábitos, los monjes budistas no pueden ver a las mujeres. Esto le provocó tanta tristeza, que Yokobue se lanzó al río, no sin antes dedicarle unos versos a su amado escritos con su propia sangre en una piedra que aún se mantiene en la entrada al templo de Takiguchi-dera.

Giou-ji, un templo ligado a la Historia y al perdón

Muy cerquita del templo Takiguchi-dera, tenemos el Giou-ji, muy interesante porque está dedicado a Taira no Kiyomori, un general del clan Taira que estableció el primer señorío feudal defendido y gestionado por samuráis, además de muy popular por su jardín de musgo.

Dentro del templo, tenemos una estatua del mencionado Taira no Kiyomori, pero además existen otras 4 estutuas de novicias del templo.

Gio, que da nombre al templo, fue una bailarina shirabyōshi, artistas que se dedicaban a bailar a la alta sociedad japonesas así como a samuráis prominentes y estaba totalmente enamorada de Taira no Kiyomori. Y ella creía que su amor era correspondido. Sin embargo, con el tiempo, Kiyomorí la reemplazó por otra bailarina shirabyōshi mucho mas joven llamada Hotoke. Ahí no acababa la crueldad de Kiyomori, que sería muy buen militar pero era un cretino, además quiso hacer bailar a Gio para Hotoke, con la humillación que eso suponía. Con tal dolor, Gio, su hermana y su madre, se ordenaron novicias en este templo.

Hotoke se sintió culpable por lo que había provocado, y fue al templo a pedirle perdón a Gio. Gio amablemente la perdonó y Hotoke se ordenó novicia también, viviendo las 4 juntas hasta el fin de sus días.

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