Los que hayan visto Densha Otoko (2005) seguro que les ha quedado clarísimo el concepto que tienen de los otakus en Japón, y es que ser otaku en Japón no es exactamente lo mismo que tenemos entendido por aquí, aunque para ser sinceros, las diferencias, poquito a poco, se van salvando.
Haciendo un poco de historia, los orígenes del término otaku vienen de principios de los 80 del siglo pasado, donde Nakamori Akio, usó la palabra otaku para distinguir a aquellos jóvenes socialmente inadaptados con una limitada capacidad social que se recluían en sus hobbies para evitar asumir sus tareas de adulto. Para colmo, en 1989, una asesino en serie recibió el nombre de «El asesino otaku» empeorando aún más la situación social de toda aquella persona a la que se le idenficara como otaku. En Occidente la historia es muy diferente, ya que aunque puntualmente repudiados como frikis, la evolución del otaku a una persona integrada en la sociedad como otro fan más de un hobbie fue bastante más rápida o pasó más desapercibida.
Resumiendo: ser otaku en Japón estaba muy mal visto por la sociedad nipona, ya que se refiere a las personas que se obsesionan con sus hobbies, ensimismándose en un mundo alejado de las responsabilidades adultas, en este caso en los videojuegos y el anime aunque también podría ser el modelismo de miniaturas o los trenes, y aislándose del resto llegando a ser algunos bastante fetichistas con según que cosas.
La mayoría son chicos pero también existen las otaku, conocidas peyorativamente como fujoshi, que generalmente prefieren el género Boys Love, donde chicos tienen historias amorosas, o el yaoi donde las escenas sexuales son más explícitas. Entre las fujoshi son muy populares los dojinshis que son mangas creados por fans en los que los protagonistas, chicos también, de los mangas, animes y novelas conocidos se relacionan entre ellos pudiendo también ser historias y personajes originales. Incluso existe un callejón en el barrio de Ikebukuro, Tokio, al que llaman Otome Road, la calle de las vírgenes, donde fácilmente podemos hacernos con este tipo de contenido. Es curioso como tanto a las mujeres otaku como a los hombres, se les atribuye un escaso éxito amoroso.
Existen diversos tipos de otakus, cuyo principal significado era para referirse a los fotógrafos aficionados, como el movimiento Akibakei, que son otakus que pasan la mayor parte del tiempo en el barrio tecnológico de Tokio y paraíso de cualquier otaku/geek que llamamos Akihabara. Actualmente existen otakus de idols japonesas, tecnología, manganime, videojuegos, modelismo o trenes. Cada grupo de otakus utilizan un lenguaje propio muy técnico para identificar todas las características de sus intereses hasta el más mínimo detalle. Y es que la dedicación a los hobbies que profesan los otaku está por encima de la media.
Si no nos hubiera quedado bastante clarito que ser otaku estaba considerado algo tirando a mal en Japón, existen ciertas personas que se van a encargar de quitarnos la pinta de friki. Para empezar, durante principios de los 2000 aparecieron bandas que robaban a los otakus: los cazadores de otakus, otakugari. Y es que los otakus generalmente llevan una pinta muy distinguible: pantalones cómodos, camisas sobre camisas o camisetas, cazadoras, mochila, zapatos de deportes y, lo más importante, suelen ir con bastante dinero en efectivo pues por muy geeks que sean no se usa mucho la tarjeta de crédito en Japón. Los otakugari se excusaban diciendo que los otakus deben ser erradicados del mundo por que «huelen mal y son despreciables». Esto, que parece una tontería, se vio legitimado durante una época porque corrió el rumor de que la propia policía de Shinjuku, en Tokio, tenía orden de cachear a cualquier persona con pinta de otaku. Incluso tenían un presunto listado con el aspecto que podía identificar a un otaku:
1. Gente que vista con pantalones o chaqueta de camuflaje
2. Gente con cadenas o llaves colgando de los pantalones
3. Gente de apariencia débil
4. Gente que lleve una bandana
5. Gente que lleve alguna prenda de cuero
Esto no pasó de ser un rumor, pero hubo quienes decidieron comprobar si era verdad y fueron con estas pintas por Shinjuku donde, efectivamente, fueron cacheados por la policía sin ningún otro detonante que provocara tal alerta.
Sea como sea, esta imagen ha ido cambiando a lo largo del tiempo gracias a series como Densha Otoko, otros manganimes, como Wotakoi, donde los protagonistas son otakus sin ser especialmente diferentes del resto de la socidad o a través de las redes sociales donde se ha descubierto que había otakus entre sus propios vecinos. De esta forma se ha ido consiguiendo que ser otaku sea algo mucho más cercano de lo que parecía en un primer momento donde la lejanía siempre ayuda a establecer prejuicios difíciles de erradicar.