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Tsukimi o el conejo en la luna

La luna llena de septiembre, se conoce en Japón como el Tsukimi, literalmente «mirar la luna». Es la luna de la cosecha en la tradición japonesa como en otras por ejemplo tenemos las veladas del 8 de septiembre.

En muchos países asiáticos existe la leyenda de que en la luna vive un conejo que se puede ver si le echamos un poco de imaginación.

Esto es por una historia budista donde una noche que los animales intentaron encontrar comida para los pobres, el conejo no pudo encontrar nada, así que apenado decidió ofrecer su propia carne lanzándose a una hoguera. Por esta demostración de bondad y sacrificio, el rey de los cielos, ascendió al conejo para que siempre pudiéramos recordarle.

En cada país hay una tradición diferente. En China, el conejo de la luna crea el elixir de la inmortalidad pero en Japón el conejo de la luna está haciendo «mochi», un pastelito que se hace con masa de arroz y con diferentes rellenos.

Esta era la versión japonesa, pero también existe una de origen chino, contando que existía una vez un hombre noble y fuerte que terminó por corromperse con el paso del tiempo volviéndose malvado y cruel e intentó buscar la manera de convertirse en inmortal. Su mujer no quería que fuera inmortal pues lo consideraba demasiado cruel, así que fue ella quien tomó el remedio contra la muerte, huyendo hacia la luna y llevándose a su mascota, un conejo claro, hasta allí.

Sin embargo no es aquí­ donde acaban las historias que relacionan los conejos y la luna. De pequeño yo también oí­ una historia semejante aunque no recuerdo su origen exacto. Cuenta la leyenda que existí­a un conejo muy arrogante que siempre presumí­a de ser el mejor en todo. Un hombre, cansado de lo engreído que era el conejo, decidió contarle que habí­a alguien que estaba perdidamente enamorado de él. Le contó que la Luna misma habí­a oí­do sus aventuras y logros y había caí­do encandilada por él. Pero le dijo que la Luna era muy tí­mida y rehuí­a siempre a quienes osaban mirarla. Además le dijo que sólo podría escuchar sus palabras si agudizaba el oído con atención. El conejo le preguntó que donde podría encontrarla y el hombre le dijo que al atardecer podrí­a verla. El conejo no perdió ni un momento y fue a su búsqueda pero se encontró que era incapaz de alcanzarla. Corrí­a y corría pero nunca la alcanzaba. Su orgullo quedó herido y no podía volver a decirles a todos que no habí­a sido capaz de alcanzar a su amada. Así­ que la persiguió eternamente, por eso los conejos son tan rápidos y con el tiempo sus orejas se alargaron para poder escuchar las palabras de su amada.

Este día se come el «Tsukimi Dango», una variación donde las bolitas rellenas se ponen formando una pequeña pirámide.

Durante esta noche, se agradece a los dioses por las cosechas de arroz y la simbología del conejo está omnipresenta.

Y es que no puede haber tradición japonesa sin comida asociada, pero en este caso está justificada.

Los mochis son un dulce muy popular en Japón e incluso se venden en España de forma generalizada a través de Mercadona con relleno de helado aunque en verdad en Japón se pueden tomar rellenos a temperatura ambiente e incluso salados o a la plancha.

Un problema grave suele ser su elasticidad y hay que comerlos con cuidado porque es fácil atragantarse con ellos.

Además, en muchos animes podemos ver esta relación entre conejos y la luna, siendo el más sonado el de Sailor Moon, donde en la versión original se llama «Usagi Tsukino», literalmente «Conejo de la luna», así como sus coletas parecen las orejas de un conejo.

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