Cerca del famoso Kiyomizu-dera en Kioto, hay un diminuto templo, el Yasaka Kōshin-dō, también conocido como Kongoji, que te lo puedes perder si no prestas atención.
El templo tiene colgados cientos de kukurizaru, que representan monitos colgantes sosteniéndose, y a su vez representan el control de los malos deseos e instintos del cuerpo. Parece que los monos tienen fama de ser algo atolondrados, pero en verdad se dice que son espíritus que nos protegen de las malas intenciones. De hecho, este templo rinde culto al Kōshin, donde se incluye a los famosos tres monos sabios que se tapan ojos, boca y oídos para protegerse de las formas del mal.
De esta forma, y según la creencia Kōshin, se pide que seamos capaces de lograr nuestros objetivos sin que nos desviemos por otros deseos menos productivos. Así veréis colgados muchos kukurizaru con deseos escritos para poder lograr lo que nos propongamos y pongamos todos nuestros esfuerzos en ello.
La tradición dice que para conseguir un objetivo tienes que sacrificar un deseo impuro. Estos deseos son los que impiden que alcancemos nuestras metas, así que si dentro de un kukurizaru ponemos lo que nos impide conseguir nuestra meta, el Kōshin lo hará desaparecer para que te centres y convertirte así en una mejor persona.
No hay que confundir los kukurizaru con los sarubobo pues a pesar de ser ambos monos, los primeros se sujetan con pies y manos a la cuerda colgando mientras que los sarubobo llevan pies y manos abiertos.