Seguramente todos os habréis encontrado más de una vez con la imagen de tres monitos donde cada uno se tapan la boca, los oídos y los ojos.
Estos monos en Japón son conocidos como los Sansaru, los tres monos, cada uno con su propio nombre haciendo un juego de palabras entre saru, mono japonés, y zaru, una forma de negar. Así, tenemos a Mizaru, el que se tapa los ojos o el que no ve, Kikazaru, el que se tapa los oídos o no escucha, e Iwazaru, el que se tapa la boca o no habla.
Aunque la tradición de estos conceptos parece tener un origen chino, la idea de asociarlos a monos por el juego de palabras es propia de Japón, donde además los monos se consideran unos seres muy inteligentes.
La imagen más famosa de estos monos se encuentra en Nikko, en el Santuario Toshogu, en el complejo donde se encuentran varios mausoleos y que se reproduce recurrentemente incluso en la propaganda turística.
Sin embargo, no es tan conocido que la imagen de los tres monos es en realidad una viñeta concreta de una historia. Es decir, si vais al santuario Toshogu en Nikko, veréis que la imagen no está sola, sino que rodea el edificio por el exterior en forma de cenefa, donde cada una de las 8 viñetas cuenta la historia de una madre y sus monitos desde que nacen. Una de sus enseñanzas maternales es que se protejan del mal sin dejarles entrar en su corazón impidiendo escuchar el mal, ver el mal o hablar por el mal, además de lidiar con otros problemas como la incertidumbre del futuro o preocuparse por la familia.
Como tantas otras cosas en la cultura japonesa donde las historias suelen ser cíclicas, la última viñeta de una monita embarazada enlaza de nuevo con la primera donde están la madre y sus monitos y la historia vuelve a comenzar, como la vida misma, donde la imagen de los tres monos sabios es solo una de las etapas de la vida donde hay que protegerse de la maldad.
Así que si vais por Nikko no os olvidéis de prestar atención a toda la historia más allá de los «monitos del Whatsapp».
