Skip to content

Burakumin y koseki, el sistema de castas japonés

Que la tradición es algo muy arraigado en la sociedad japonesa no debería coger desprevenido a nadie, pero hay ciertas prácticas en el Japón actual que, aunque se intentan erradicar por todos los medios, sigue teniendo cierto uso.

Como digo al principio, hay prácticas tradicionales que se llevan a cabo desde hace mucho tiempo, y aunque no está activa como hace dos siglos e incluso es ilegal, la diferencia de clases estipulada por los shogun, basándose en el sistema de castas budista, allá por el siglo XVII sigue estando presente en casos de cierta importancia.

Según esta distinción, existían 5 clases sociales en la sociedad japonesa, encabezada por los samuráis, seguidos de campesinos, artesanos y mercaderes y finalizando con aquellos oficios que implicaba trabajar con «muertos» siendo categorizados como los de más baja clase aquellos que desempeñaran el oficio de carniceros, curtidores y sepultureros. A esta última clase se la denominaba burakumin o eta, y son considerados parias por que sus oficios son impuros. Incluso los ladrones y vagabundos estaban por encima de los burakumin. Son lo que en otros lugares podría llamarse la casta de los intocables.

A la gente que desempeñaba tales trabajos se les aislaba socialmente recluidos en asentamientos sólo donde vivieran ellos, y este status social se pasaba de generación en generación debido al propio aislamiento que la sociedad nipona les imponía. De esta manera no podían mezclarse con los demás, ni ir a los mismos templos. De ellos se decían que eran lo más semejante a un animal añadiendo que su cuerpo también era diferente del de otros. También en Corea tienen su clase de parias, llamados baekjeong que provienen, básicamente, de lo mismo que los japoneses. Esto es debido a que, según la creencia budista, trabajar con muertos les convertí­a automáticamente en alguien impuro, aunque esto no se aplicaba a los que trabajaban con el pescado.

Esta discriminación continúa a dí­a de hoy cuando buscan a gente, por ejemplo, para formalizar una relación, ya sea laboral o concertar un matrimonio. Existen registros de cada familia por si ha tenido antepasados burakumin pues, según la creencia popular, los defectos de la «raza» se transmití­an y, presumiblemente, era una deshonra traer a un buraku a la familia (personal o laboral). Estos registros se conocen como Koseki, donde durante más de un milenio, siendo el registro más antiguo del mundo, los sucesivos gobiernos japoneses han estado inscribiendo los eventos más importantes que ocurrían en cada familia pero no se limita solo a los nacimientos, defunciones y matrimonios como puede ocurrir en el nuestro, sino también las relaciones laborales, delitos, etc. y la clase a la que pertenecía.

Aunque ahora se utiliza un registro informatizado y el koseki fue declarado ilegal, no es especialmente complicado hacerse con una base de datos de familias burakumin que es adquirida por grandes empresas y consultada por las mismas cuando necesitan emplear a alguien.

Aunque existen informes de la ONU sobre esta práctica, el gobierno japonés ha dictaminado leyes, e incluso se creó la liga de liberación de los burakumin para acabar con la marginación de estas personas, es una práctica que está costando erradicar pues es muy difícil determinar cuando alguien no ha pasado un proceso de selección laboral porque la empresa le haya discriminado por su pasado.

A pesar de todo, hay algunos buraku que consiguen llegar lejos, como el dueño de Uniqlo o muchos políticos.

 

Puede que esto también te guste

Scroll to top