El ōsōji o susu-harai es una limpieza general y a fondo que se realiza en las casas japonesas y en los templos los últimos días del año para recibir el nuevo año sin suciedad ni polvo pues trae mala suerte. Antiguamente se comenzaba el día 13 de diciembre, pero ahora que se ha solapado un poco con las tradiciones importadas, se comienza el día 25.
La entrada en el año nuevo se entiende en Japón como un nuevo comienzo en la vida de cada uno y por eso se limpia la casa para expulsar la mala suerte, empezar de nuevo sin malas cargas y purificado del año anterior.
Antiguamente, la costumbre japonesa dice que en Año Nuevo, una deidad japonesa llamada «toshigami», deidad agrícola de las cosechas, entra por la puerta de la casa para traer felicidad y fortuna pero por lo visto las estancias sucias y desordenadas no le gustan demasiado así que para evitar desatar la cólera del dios y que los maldiga con malas cosechas, se limpia y ordena la casa y los templos.
Susu-harai significa literalmente «barrer el hollín». En las casas tradicionales japonesas existía una chimenea en la sala central. Esta chimenea, llamada irori era un pequeño agujero cuadrado y justo arriba desde el techo colgaba una barra de metal que acababa en un gancho llamado jizaikagi, muchas veces con forma de pez pues así se decía que se evitaban los incendios si añadiamos un elemento de agua, del que se colgaba la tetera, o los útiles para cocinar. Esta hoguera doméstica ensuciaba bastante y de ahí la expresión.